Por: Nikos Salingaros
Traducido del inglés por: Arq.
Francisco Contreras Chávez
Fuente:
Nikos Salingaros. "Teoría de la
arquitectura unificada - Capítulo 9: Fisiología humana y diseño basado en la
evidencia (Parte I)" 13 abr 2016. ArchDaily Perú. Accedido el 5 Nov 2016.
<http://www.archdaily.pe/pe/785351/teoria-de-la-arquitectura-unificada-capitulo-9-fisiologia-humana-y-diseno-basado-en-la-evidencia-parte-i>
Nikos Salingaros. "Teoría de la
arquitectura unificada: Capítulo 9: Fisiología humana y diseño basado en la
evidencia (Parte 2)" 21 jul 2016. ArchDaily Perú. Accedido el 5 Nov 2016.
<http://www.archdaily.pe/pe/791780/teoria-de-la-arquitectura-unificada-capitulo-9-fisiologia-humana-y-diseno-basado-en-la-evidencia-parte-2
“…¿Cómo puede ser que en un mundo que
ya está en contacto con la estructura viva a través de la cultura y la
educación, las personas puedan estar desconectadas de sus sentimientos? ¿Cómo
se puede negar un talento intuitivo para reconocer la 'vida' y hacer que los
humanos al comienzo lo ignoren, y luego lo olviden por completo?…”
El acercamiento a la arquitectura desde
la perspectiva completamente nueva de la coherencia organizada – lo que
Christopher Alexander llama “totalidad” – unifica muchos fenómenos. Las
distinciones tradicionales entre ornamento y función, entre edificios y
ecología, y entre la belleza y la estructura utilitaria se difuminan. Podemos
buscar la “vida” en los artefactos y estructuras, lo cual explica la
experiencia que tenemos de ellos.
Más adelante en este curso vamos a
identificar las características, y medir los parámetros que contribuyen a
nuestra impresión de “vida” en un objeto. Estas mediciones nos mostrarán que el
fenómeno de la vida no es idiosincrático; sino que es, en gran medida,
compartido entre todas las personas.
Hay un problema con decir que nos
“gusta” algo. Esto no es lo mismo que el grado percibido de vida. Después de
todo, incluso el edificio más horrible e inhumano, era al menos suficientemente
del agrado del arquitecto y del cliente que lo mandó a construir. También
sabemos que la millonaria industria de la publicidad existe principalmente para
manipular nuestra opinión de lo que nos gusta.
Al contrario de esto, la percepción de
“vida” en los objetos viene de una conexión establecida entre el
observador-usuario y el objeto. Viene de una interdependencia fisiológica
intuitiva, la cual podemos ignorar pero probablemente no podemos cambiar.
Alexander identifica algunas de estas
características de esta conexión emocional a los artefactos y estructuras:
- Sentimos un sentimiento de alimento emocional de ellos.
- Si es que participamos en la construcción de estos, también sentimos este sentimiento de alimentación emocional.
- Podemos identificar esta conexión y distinguirla del gusto influenciado por los medios, para luego notar que mucha gente coincide con esta apreciación.
- Este no es solo un juicio estético, sino algo que se traslapa con aspectos más profundos de la cultura y la vida.
- La conexión puede ser comprobada empíricamente, y no se trata solo de una opinión.
Juzgar el grado relativo de conexión
positiva que experimentamos personalmente entre nosotros y alguno de dos
objetos es simple. El resultado se obtiene por medio del uso de un truco
sicológico. El truco insta a nuestro cerebro a calcular la complejidad organizada
de ambos objetos en una forma comparativa, pero no absoluta.
El test del “espejo del yo” de
Christopher Alexander se pregunta cuál de los dos objetos que experimento me
provee de una mejor imagen de mí mismo. Tenemos que imaginar nuestra personalidad
completa, nuestras fortalezas y debilidades, nuestra humanidad, nuestras
emociones, potenciales y experiencias de vida como si estuviesen de alguna
forma codificadas en la estructura de estos dos objetos. Luego ¿cuál de estos
dos objetos es una representación más fiel de mí mismo?
Alexander encontró que más del 80% de
las personas escogen, de ese par presentado, el objeto que tiene un grado de
“vida” más alto; calculado por otras formas de medir objetivas. Entonces,
podríamos obviar cualquiera de estos cálculos y simplemente hacer la pregunta
del “espejo del yo”. La correspondencia es alta como para ser una prueba
bastante útil – aun así no infalible.
Esta prueba es exitosa en llevarnos
lejos de preferencias y opiniones que hemos aprendido de fuentes externas, pero
que no necesariamente corresponden a lo que nace profundamente desde el
interior de nuestro ser. Esto traspasa ideas sobre la belleza que pueden estar
cargadas de idiosincrasia, para mostrar realmente a lo que conectamos.
Lamentablemente es cierto que nuestro
gusto ha sido manipulado de tal manera de convertirnos en el consumidor
perfecto de moda y bienes industriales. El utilizar el “espejo del yo” de forma
reiterada no solo nos hace más eficientes en su aplicación, sino que también
nos ayuda a liberarnos de opiniones, imágenes e ideología. Nos hace más capaces
de percibir la estructura viva.
Desde otro punto de vista, ¿cómo puede
ser que en un mundo que ya está en contacto con la estructura viva a través de
la cultura y la educación, las personas puedan estar desconectadas de sus
sentimientos? ¿Cómo se puede negar un talento intuitivo para reconocer la
“vida” y hacer que los humanos al comienzo lo ignoren, y luego lo olviden
por completo? El método es distraer nuestra atención, y utilizar una autoridad
falsa que nos mantenga lejos de reconstruir conexiones vitales y mapas
cognitivos.
Existen dos concepciones distintas de
una experiencia compartida del mundo. La primera ocurre en cuanto utilizamos
nuestro sistema perceptual para formar una visión de mundo honesta y directa.
Ya que nuestra biología es compartida con otros humanos, nuestras experiencias
son también en gran medida compartidas. El segundo escenario ocurre cuando un
grupo completo de la población es engañada hacia una falsa visión de mundo. En
este caso, lo que es compartido no es real, sino que existe solo como una
imagen.
Si es que somos realmente capturados
por un mundo irreal, y esta idea es reforzada por el hecho de que es compartida
por otros, estas herramientas pueden ayudarnos a salir de esto. Una manera
diferente de describir la prueba del “espejo del yo” es sentir como un objeto o
ambiente específico afecta nuestra humanidad. Pregúntese a usted mismo: “¿está
mi propio sentido de humanidad incrementándose o disminuyéndose por medio de
estar expuesto a esta estructura especifica?” Aquí podemos olvidar nuestra
civilización mecanicista y utilizar solo nuestra intuición sobre nuestro
estados emocionales internos.
La prueba de “espejo del yo” toma
lo que nos recuerda a la naturaleza, como por ejemplo: las escalas jerárquicas
naturales, la complejidad organizada de los materiales naturales, y otras
características geométricas que hacen que un objeto luzca más “vivo”. Cuando
conectamos a un ambiente porque nos sentimos parte de él, y a gusto en él,
podemos desarrollar nuestras vidas y ocupaciones con más placer y menos
tensiones. Este sentido de bienestar no ocurre conscientemente.
A menudo experimentamos un alto nivel
de “vida” en objetos y edificios con imperfecciones –edificios en ruinas,
artefactos antiguos con partes dañadas, etc. Esto no disminuye su atractivo.
Los turistas vuelan largas distancias para ver y experimentar ruinas, y los
coleccionistas compran alfombras antiguas que incluso pueden estar en mal
estado.
Utilizar la prueba de “espejo del yo”
nos da una herramienta clave para implementar un diseño basado en
evidencia. Hay dos aspectos en esta metodología. El primero fue deducido con
pruebas médicas y mide los efectos de estructuras y ambientes construidos en la
salud humana. No es difícil comparar distintas alternativas de diseño de
acuerdo a su potencial curativo – es decir, datos duros de pacientes curándose
más rápido en ciertos ambientes. En un comienzo aplicado solo al diseño de
hospitales, el diseño basado en evidencia es ahora aplicado a otros proyectos
más generales.
"…Las formas simplistas pueden
ignorar la humanidad de las personas, y aun así son apreciadas por los
arquitectos de hoy, quienes las valoran bajo fundamentos estéticos. Pero la
pureza formal y la simplicidad no tienen ningún significado para los usuarios.
Las personas normales no son atrapadas por los juegos intelectuales de los
arquitectos..."
El diseño basado en evidencia se está
convirtiendo rápidamente en una herramienta de uso común en las escuelas de
diseño (ver “Diseño basado en evidencia en escuelas primarias y secundarias”,
2010, de Peter C. Lippman). Pero su aplicación actual, siendo elogiable, deja
afuera los demás componentes clave para un diseño adaptativo: biofilia,
inteligencia en el ambiente (ambos discutidos en este libro), y los lenguajes
de patrones. Todos ellos deben complementarse para dar resultados de diseño
óptimos.
El diseño basado en evidencia permite a
un arquitecto la evaluación de un diseño y sus variaciones, de manera de ver si
contribuye al bienestar humano. Esto posibilita elecciones informadas que
empujan y guían un diseño hacia una forma final más adaptativa. Podemos saber
que el resultado final será más adaptativo, ya que podemos analizar cada etapa
intermedia de un diseño en evolución.
El segundo aspecto del diseño basado en
evidencia es la utilización de retroalimentación. En términos prácticos, el
diseño adaptativo se lleva a cabo a través de iteraciones, donde cada paso es
revisado según la evidencia de bienestar creciente o decreciente. Este proceso
no utiliza una formula, ni tampoco se guía por reglas o imágenes abstractas. Un
diseño se adapta a través de iteraciones, con indicadores fisiológicos que
analizan cada paso del proceso.
Claramente este método funciona mejor
cuando el proceso de diseño es evolutivo, incluyendo el ajuste en muchos pasos
del proceso. No funciona para nada en casos donde el arquitecto o diseñador
llega a una solución en un solo paso. ¿Dónde está la adaptación en este caso?
No existe.
Cuando un edificio es definido de una
sola vez y siguiendo prototipos no-probados es muy difícil que se llegue a un
proyecto que sea positivo para la salud humana, y menos que este sea del gusto
del habitante.
El diseño basado en evidencia tampoco
puede funcionar en oficinas de arquitectura donde el diseño se basa en
prototipos no probados. ¿Por qué algunos prototipos constructivos, ahora
estándares, son utilizados una y otra vez, pero nunca se analiza la evidencia
de su adaptación? ¿No se les ocurre a aquellos arquitectos llevar a cabo
experimentos médicos solo para asegurarse de que lo que están haciendo no está
enfermando a sus ocupantes? Estos ambientes sin probar podrían ser estresantes
o hacer daño de otra forma a sus ocupantes. El problema es que los arquitectos
en este momento no están entrenados para medir indicadores sicológicos.
Los diseños poco sanos tienen algo en
común: se ajustan a una imagen o concepción abstracta inicial de cómo debería
verse un edificio. Alguien proporcionó la imagen inicialmente, y todos los
demás la copian sin una reflexión. Este modelo visual icónico es tan
autoritario, que se le ubica por encima de la necesidad de evidencia. De hecho,
si la evidencia apoya una visión contraria, el modelo original es mantenido con
fanatismo religioso, mientras que la evidencia misma es olvidada. Los
arquitectos no están acostumbrados a aceptar los fracasos, son muy orgullosos
como para reconocer que cometieron un error.
La prueba del “espejo del yo” puede
ayudar a revertir esta desafortunada práctica. Cualquier persona puede ser
entrenada para utilizarla; no hay necesidad de tener una retroalimentación
directa con los indicadores fisiológicos que medirán los niveles de tensión del
cuerpo. Estos indicadores detectan un diseño fallido de forma inequívoca.
Cualquiera puede utilizar esta prueba para diferenciar cual de dos ambientes le
hace mejor al ser humano que otro.
Si las personas aplicaran de manera
constante la prueba del “espejo del yo”, probablemente hubiésemos evitado
algunos de los ambientes inhumanos que han sido construidos en las décadas
pasadas. Una de aquellas tipologías es el bloque de departamentos
extremadamente largo, el cual hospeda a miles de personas en una caja de alrededor
de ocho niveles. Desde el prototipo construido por los Nazis en la isla alemana
de Rugen, al complejo habitacional Pruitt-Igoe en Saint Louis, al complejo
Corviale en Roma, todos han sido fracasos.
Tales ejemplos de tipologías
constructivas basadas en la baja complejidad, no pueden adaptarse al uso y
sensibilidades humanas. Sus arquitectos se olvidaron de las personas, o bien
tenían buenas intenciones pero no sabían lo que estaban haciendo. El diseño se
transformó en un ejercicio intelectual en forma pura –desafortunadamente, los
empresarios inmobiliarios adoptaron esta tipología porque es de construcción
barata. La tipología finalmente se convierte en algo guiado por el dinero.
Las formas simples pueden ignorar la
humanidad de las personas, pero aun así son apreciadas por los arquitectos de
hoy, quienes las valoran bajo fundamentos estéticos. Pero la pureza formal y la
simplicidad no tienen ningún significado para los usuarios. Las personas
normales no son atrapadas por los juegos intelectuales de los arquitectos. Por
el contrario, vemos un nivel muy alto de complejidad organizada cuando las
personas construyen por ellas mismas, como por ejemplo en los campamentos o
tomas, los cuales probablemente tienen un grado de optimización menor a lo
ideal. Estos representan lo opuesto al diseño formal.
El problema nace de los críticos que
juzgan edificios por su imagen, y no por la experiencia personal directa. En
general a los críticos no les interesa si las cosas funcionan o si se ajustan
al problema. Los críticos también dependen de los arquitectos famosos, y en las
grandes empresas de ingeniería con las que ellos trabajan, de manera que nunca
se atreverían a criticar su trabajo. Arquitectos diseñando estrictamente para
la admiración de otros arquitectos, y críticos que son deshonestos en su labor
da como resultado una profesión que tiene pocas opciones de salir del círculo
vicioso de auto-validación irresponsable.
Hasta ahora, durante el siglo XX y lo
que va del XXI, el poder seductor de las imágenes icónicas ha sobrepasado todas
las demás consideraciones. Tipologías geométricas rígidas son aplicadas sin
razonamiento. Lo que es aún peor, tipologías erróneas son utilizadas como base
para la innovación arquitectónica, y las nuevas formas desafortunadamente mantienen
las peores características de sus referentes. El diseño basado en evidencia y
la prueba del “espejo del yo” pueden ayudarnos a liberarnos de esta práctica
tan poco productiva.
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