sábado, 5 de noviembre de 2016

Fisiología Humana y Diseño Basado en la Evidencia

Por: Nikos Salingaros
Traducido del inglés por: Arq. Francisco Contreras Chávez
Fuente:
Nikos Salingaros. "Teoría de la arquitectura unificada - Capítulo 9: Fisiología humana y diseño basado en la evidencia (Parte I)" 13 abr 2016. ArchDaily Perú. Accedido el 5 Nov 2016. <http://www.archdaily.pe/pe/785351/teoria-de-la-arquitectura-unificada-capitulo-9-fisiologia-humana-y-diseno-basado-en-la-evidencia-parte-i>
Nikos Salingaros. "Teoría de la arquitectura unificada: Capítulo 9: Fisiología humana y diseño basado en la evidencia (Parte 2)" 21 jul 2016. ArchDaily Perú. Accedido el 5 Nov 2016. <http://www.archdaily.pe/pe/791780/teoria-de-la-arquitectura-unificada-capitulo-9-fisiologia-humana-y-diseno-basado-en-la-evidencia-parte-2

“…¿Cómo puede ser que en un mundo que ya está en contacto con la estructura viva a través de la cultura y la educación, las personas puedan estar desconectadas de sus sentimientos? ¿Cómo se puede negar un talento intuitivo para reconocer la 'vida' y hacer que los humanos al comienzo lo ignoren, y luego lo olviden por completo?…”
El acercamiento a la arquitectura desde la perspectiva completamente nueva de la coherencia organizada – lo que Christopher Alexander llama “totalidad” – unifica muchos fenómenos. Las distinciones tradicionales entre ornamento  y función, entre edificios y ecología, y entre la belleza y la estructura utilitaria se difuminan. Podemos buscar la “vida” en los artefactos y estructuras, lo cual explica la experiencia que tenemos de ellos.

Más adelante en este curso vamos a identificar las características, y medir los parámetros que contribuyen a nuestra impresión de “vida” en un objeto. Estas mediciones nos mostrarán que el fenómeno de la vida no es idiosincrático; sino que es, en gran medida, compartido entre todas las personas.
Hay un problema con decir que nos “gusta” algo. Esto no es lo mismo que el grado percibido de vida. Después de todo, incluso el edificio más horrible e inhumano, era al menos suficientemente del agrado del arquitecto y del cliente que lo mandó a construir. También sabemos que la millonaria industria de la publicidad existe principalmente para manipular nuestra opinión de lo que nos gusta.

Al contrario de esto, la percepción de “vida” en los objetos viene de una conexión establecida entre el observador-usuario y el objeto. Viene de una interdependencia fisiológica intuitiva, la cual podemos ignorar pero probablemente no podemos cambiar.
Alexander identifica algunas de estas características de esta conexión emocional a los artefactos y estructuras:
 
  1. Sentimos un sentimiento de alimento emocional de ellos.
  2. Si es que participamos en la construcción de estos, también sentimos este sentimiento de alimentación emocional.
  3. Podemos identificar esta conexión y distinguirla del gusto influenciado por los medios, para luego notar que mucha gente coincide con esta apreciación.
  4. Este no es solo un juicio estético, sino algo que se traslapa con aspectos más profundos de la cultura y la vida.
  5. La conexión puede ser comprobada empíricamente, y no se trata solo de una opinión.


Juzgar el grado relativo de conexión positiva que experimentamos personalmente entre nosotros y alguno de dos objetos es simple. El resultado se obtiene por medio del uso de un truco sicológico. El truco insta a nuestro cerebro a calcular la complejidad organizada de ambos objetos en una forma comparativa, pero no absoluta.

El test del “espejo del yo” de Christopher Alexander se pregunta cuál de los dos objetos que experimento me provee de una mejor imagen de mí mismo. Tenemos que imaginar nuestra personalidad completa, nuestras fortalezas y debilidades, nuestra humanidad, nuestras emociones, potenciales y experiencias de vida como si estuviesen de alguna forma codificadas en la estructura de estos dos objetos. Luego ¿cuál de estos dos objetos es una representación más fiel de mí mismo?

Alexander encontró que más del 80% de las personas escogen, de ese par presentado, el objeto que tiene un grado de “vida” más alto; calculado por otras formas de medir objetivas. Entonces, podríamos obviar cualquiera de estos cálculos y simplemente hacer la pregunta del “espejo del yo”. La correspondencia es alta como para ser una prueba bastante útil – aun así no infalible.
Esta prueba es exitosa en llevarnos lejos de preferencias y opiniones que hemos aprendido de fuentes externas, pero que no necesariamente corresponden a lo que nace profundamente desde el interior de nuestro ser. Esto traspasa ideas sobre la belleza que pueden estar cargadas de idiosincrasia, para mostrar realmente a lo que conectamos.

Lamentablemente es cierto que nuestro gusto ha sido manipulado de tal manera de convertirnos en el consumidor perfecto de moda y bienes industriales. El utilizar el “espejo del yo” de forma reiterada no solo nos hace más eficientes en su aplicación, sino que también nos ayuda a liberarnos de opiniones, imágenes e ideología. Nos hace más capaces de percibir la estructura viva.
Desde otro punto de vista, ¿cómo puede ser que en un mundo que ya está en contacto con la estructura viva a través de la cultura y la educación, las personas puedan estar desconectadas de sus sentimientos? ¿Cómo se puede negar un talento intuitivo para reconocer la “vida” y hacer que los humanos al comienzo lo ignoren,  y luego lo olviden por completo? El método es distraer nuestra atención, y utilizar una autoridad falsa que nos mantenga lejos de reconstruir conexiones vitales y mapas cognitivos.

Existen dos concepciones distintas de una experiencia compartida del mundo. La primera ocurre en cuanto utilizamos nuestro sistema perceptual para formar una visión de mundo honesta y directa. Ya que nuestra biología es compartida con otros humanos, nuestras experiencias son también en gran medida compartidas. El segundo escenario ocurre cuando un grupo completo de la población es engañada hacia una falsa visión de mundo. En este caso, lo que es compartido no es real, sino que existe solo como una imagen.

Si es que somos realmente capturados por un mundo irreal, y esta idea es reforzada por el hecho de que es compartida por otros, estas herramientas pueden ayudarnos a salir de esto. Una manera diferente de describir la prueba del “espejo del yo” es sentir como un objeto o ambiente específico afecta nuestra humanidad. Pregúntese a usted mismo: “¿está mi propio sentido de humanidad incrementándose o disminuyéndose por medio de estar expuesto a esta estructura especifica?” Aquí podemos olvidar nuestra civilización mecanicista y utilizar solo nuestra intuición sobre nuestro estados emocionales internos.

La prueba de “espejo del yo”  toma lo que nos recuerda a la naturaleza, como por ejemplo: las escalas jerárquicas naturales,  la complejidad organizada de los materiales naturales, y otras características geométricas que hacen que un objeto luzca más “vivo”. Cuando conectamos a un ambiente porque nos sentimos parte de él, y a gusto en él, podemos desarrollar nuestras vidas y ocupaciones con más placer y menos tensiones. Este sentido de bienestar no ocurre conscientemente.

A menudo experimentamos un alto nivel de “vida” en objetos y edificios con imperfecciones –edificios en ruinas, artefactos antiguos con partes dañadas, etc. Esto no disminuye su atractivo. Los turistas vuelan largas distancias para ver y experimentar ruinas, y los coleccionistas compran alfombras antiguas que incluso pueden estar en mal estado.
Utilizar la prueba de “espejo del yo”  nos da una herramienta clave para implementar un diseño basado en evidencia. Hay dos aspectos en esta metodología. El primero fue deducido con pruebas médicas y mide los efectos de estructuras y ambientes construidos en la salud humana. No es difícil comparar distintas alternativas de diseño de acuerdo a su potencial curativo – es decir, datos duros de pacientes curándose más rápido en ciertos ambientes. En un comienzo aplicado solo al diseño de hospitales, el diseño basado en evidencia es ahora aplicado a otros proyectos más generales.

"…Las formas simplistas pueden ignorar la humanidad de las personas, y aun así son apreciadas por los arquitectos de hoy, quienes las valoran bajo fundamentos estéticos. Pero la pureza formal y la simplicidad no tienen ningún significado para los usuarios. Las personas normales no son atrapadas por los juegos intelectuales de los arquitectos..."

El diseño basado en evidencia se está convirtiendo rápidamente en una herramienta de uso común en las escuelas de diseño (ver “Diseño basado en evidencia en escuelas primarias y secundarias”, 2010, de Peter C. Lippman). Pero su aplicación actual, siendo elogiable, deja afuera los demás componentes clave para un diseño adaptativo: biofilia, inteligencia en el ambiente (ambos discutidos en este libro), y los lenguajes de patrones. Todos ellos deben complementarse para dar resultados de diseño óptimos.

El diseño basado en evidencia permite a un arquitecto la evaluación de un diseño y sus variaciones, de manera de ver si contribuye al bienestar humano. Esto posibilita elecciones informadas que empujan y guían un diseño hacia una forma final más adaptativa. Podemos saber que el resultado final será más adaptativo, ya que podemos analizar cada etapa intermedia de un diseño en evolución.

El segundo aspecto del diseño basado en evidencia es la utilización de retroalimentación. En términos prácticos, el diseño adaptativo se lleva a cabo a través de iteraciones, donde cada paso es revisado según la evidencia de bienestar creciente o decreciente. Este proceso no utiliza una formula, ni tampoco se guía por reglas o imágenes abstractas. Un diseño se adapta a través de iteraciones, con indicadores fisiológicos que analizan cada paso del proceso.

Claramente este método funciona mejor cuando el proceso de diseño es evolutivo, incluyendo el ajuste en muchos pasos del proceso. No funciona para nada en casos donde el arquitecto o diseñador llega a una solución en un solo paso. ¿Dónde está la adaptación en este caso? No existe.

Cuando un edificio es definido de una sola vez y siguiendo prototipos no-probados es muy difícil que se llegue a un proyecto que sea positivo para la salud humana, y menos que este sea del gusto del habitante.

El diseño basado en evidencia tampoco puede funcionar en oficinas de arquitectura donde el diseño se basa en prototipos no probados. ¿Por qué algunos prototipos constructivos, ahora estándares, son utilizados una y otra vez, pero nunca se analiza la evidencia de su adaptación? ¿No se les ocurre a aquellos arquitectos llevar a cabo experimentos médicos solo para asegurarse de que lo que están haciendo no está enfermando a sus ocupantes? Estos ambientes sin probar podrían ser estresantes o hacer daño de otra forma a sus ocupantes. El problema es que los arquitectos en este momento no están entrenados para medir indicadores sicológicos.

Los diseños poco sanos tienen algo en común: se ajustan a una imagen o concepción abstracta inicial de cómo debería verse un edificio. Alguien proporcionó la imagen inicialmente, y todos los demás la copian sin una reflexión. Este modelo visual icónico es tan autoritario, que se le ubica por encima de la necesidad de evidencia. De hecho, si la evidencia apoya una visión contraria, el modelo original es mantenido con fanatismo religioso, mientras que la evidencia misma es olvidada. Los arquitectos no están acostumbrados a aceptar los fracasos, son muy orgullosos como para reconocer que cometieron un error.

La prueba del “espejo del yo” puede ayudar a revertir esta desafortunada práctica. Cualquier persona puede ser entrenada para utilizarla; no hay necesidad de tener una retroalimentación directa con los indicadores fisiológicos que medirán los niveles de tensión del cuerpo. Estos indicadores detectan un diseño fallido de forma inequívoca. Cualquiera puede utilizar esta prueba para diferenciar cual de dos ambientes le hace mejor al ser humano que otro.

Si las personas aplicaran de manera constante la prueba del “espejo del yo”, probablemente hubiésemos evitado algunos de los ambientes inhumanos que han sido construidos en las décadas pasadas. Una de aquellas tipologías es el bloque de departamentos extremadamente largo, el cual hospeda a miles de personas en una caja de alrededor de ocho niveles. Desde el prototipo construido por los Nazis en la isla alemana de Rugen, al complejo habitacional Pruitt-Igoe en Saint Louis, al complejo Corviale en Roma, todos han sido fracasos.

Tales ejemplos de tipologías constructivas basadas en la baja complejidad, no pueden adaptarse al uso y sensibilidades humanas. Sus arquitectos se olvidaron de las personas, o bien tenían buenas intenciones pero no sabían lo que estaban haciendo. El diseño se transformó en un ejercicio intelectual en forma pura –desafortunadamente, los empresarios inmobiliarios adoptaron esta tipología porque es de construcción barata. La tipología finalmente se convierte en algo guiado por el dinero.

Las formas simples pueden ignorar la humanidad de las personas, pero aun así son apreciadas por los arquitectos de hoy, quienes las valoran bajo fundamentos estéticos. Pero la pureza formal y la simplicidad no tienen ningún significado para los usuarios. Las personas normales no son atrapadas por los juegos intelectuales de los arquitectos. Por el contrario, vemos un nivel muy alto de complejidad organizada cuando las personas construyen por ellas mismas, como por ejemplo en los campamentos o tomas, los cuales probablemente tienen un grado de optimización menor a lo ideal. Estos representan lo opuesto al diseño formal.

El problema nace de los críticos que juzgan edificios por su imagen, y no por la experiencia personal directa. En general a los críticos no les interesa si las cosas funcionan o si se ajustan al problema. Los críticos también dependen de los arquitectos famosos, y en las grandes empresas de ingeniería con las que ellos trabajan, de manera que nunca se atreverían a criticar su trabajo. Arquitectos diseñando estrictamente para la admiración de otros arquitectos, y críticos que son deshonestos en su labor da como resultado una profesión que tiene pocas opciones de salir del círculo vicioso de auto-validación irresponsable.

Hasta ahora, durante el siglo XX y lo que va del XXI, el poder seductor de las imágenes icónicas ha sobrepasado todas las demás consideraciones. Tipologías geométricas rígidas son aplicadas sin razonamiento. Lo que es aún peor, tipologías erróneas son utilizadas como base para la innovación arquitectónica, y las nuevas formas desafortunadamente mantienen las peores características de sus referentes. El diseño basado en evidencia y la prueba del “espejo del yo” pueden ayudarnos a liberarnos de esta práctica tan poco productiva.

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